Cuando en enero de 2016 acompañé a mi esposa a la escuela de Richard Frenkel a una charla introductoria sobre un método novedoso para cambiar hábitos y mejorar la calidad de vida, tenía cero expectativa de que no fuera otro intento infructuoso, un ciclo más del yo-yo emocional y físico al que los gordos estamos acostumbrados.
Mi desconfianza inicial se fue reduciendo progresivamente, a medida que pasaban las tres horas de charla, y decidí que valía la pena hacer el esfuerzo de los 112 días que proponía Richard, para establecer nuevos hábitos, y romper con los pensamientos que nos encadenaban al fracaso.
Su programa provee las herramientas fundamentales para salir de los diversos círculos viciosos en los que uno pueda estar inserto, se trate de desorden de horarios, alimentario, falta de hábitos saludables en la comida, ejercicio, e incluso relacional. Me di cuenta de que es una escuela para vivir mejor en todas las áreas de la vida: como dice Richard, una escuela única en su tipo: una «escuela de vida saludable». ¡Y ahora, internacional!.
Con una pasión y constancia increíbles, Richard pone lo mejor de sí, sus fracasos y sus éxitos, para transmitirnos su manera de hacerlo, de una vez, y a largo plazo. 

 

La bisagra entre el antes y el después, es impresionante: haciendo lo que hay que hacer, logramos lo que parecía imposible. Destaco una de las cosas más importantes: desde el primer día que comencé el programa – aplicando las técnicas que me enseñó Richard para «nutrir a mi cuerpo con la medida de lo suficiente de alimentos» – no tuve más hambre.

Comencé el programa con 116 kilos y bajé 14 kilos durante las 16 semanas.
Aliento a todo aquel que quiera verdaderamente hacer un cambio en su vida, a que tome el programa y lo siga al pie de la letra. Después me cuentan.
Solo fracasa el que no lo intenta. ¡Se puede!
Cordiales saludos,

José Francisco del Oeste
Morón
Provincia de Buenos Aires
Argentina

 

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